El encierro-cuarentena
Tras las ventanas de casa daba igual toda estación, el cielo siempre olía a otoñal. Los efectos de las sombras teñían mi apariencia y el espejo me devolvía rayos plateados que hasta entonces había sabido ocultar. Poco a poco un profundo desaliento, lo cotidiano como difícil y pesado. Los rincones, la guardilla, los lugares encantados ya no guardaban secretos. Fotografié hasta el hastío hasta el lugar más oculto. Soñaba a menudo con el día de la fuga.